9 Cosas que Aprendí en la Carrera de Arquitectura

Cuando entras a la carrera la pregunta obligada del primer día es “¿Por qué estudias arquitectura?”, entre mis compañeros una respuesta frecuente es “porque es una carrera muy completa” y lo decimos tan sencillo y sin saber que tal vez a la mitad de todo nos tendríamos que hacer expertos en una semana (o menos) en un tema que ni si quiera imaginábamos que tendría que ver en esta licenciatura.

Esto aplica tanto si estudias arquitectura en una universidad como al estudiar la licenciatura en arquitectura en línea. 

Pero hablemos de esos conocimientos que no son tan obvios, esos que modifican tu manera de relacionarte con la vida y ni si quiera te das cuenta en el momento, que comienzas viendo como un aprendizaje aplicado a tus estudios y tal vez un día a tu vida profesional, pero en realidad son casi casi lecciones de vida.

9 Cosas que aprendí de arquitectura para la vida diaria

Comenzamos por la más básica, desde niño la escuchas y la arquitectura la pone en tu mente de nuevo cada vez que puede:

1. Recuerda no juzgar por el exterior

Es común al entrar en la carrera admirar cierto tipo de obras por su llamada “belleza exterior” o incluso peculiaridad lo cual no tiene nada de malo, sin embargo, aprendes que hay muchas cosas más allá de lo que nos puede ofrecer visualmente. 

Aprecias los sonidos, las luces, las sensaciones, las experiencias y lo que le pueda presentar o aportar en su desarrollo al usuario, el cómo se siente dentro de ella. 

Y tus criterios para seleccionar “tu obra favorita de tal arquitecto” cambian, puede que ya no sea un cascarón y así tiene sentido “la belleza interior”, yendo más allá de lo que algo o alguien te da con su apariencia, ver lo que te hace sentir todo lo que brinda.

2. A comenzar con pequeños pasos

La mayoría de los puntos son un poco emocionales, este es el más práctico de todos. Si has estado por comenzar un proceso de diseño de cualquier tipo, sabes de lo que hablo ¡Qué difícil es comenzar! El camino es largo y el final se ve tan lejano. 

El demonio de la procrastinación al ver esta situación puede atacar y distraer del verdadero objetivo, es capaz de encontrar tareas más sencillas que realizar y de esta manera hacerte sentir que “al menos estas haciendo algo”. 

Uno de los mejores consejos que tuve durante la carrera es dividir esa gran tarea en pequeñas misiones, si es útil un checklist no hay que dudar en hacerlo. Aterrizado en tu vida diaria, si tu tarea es limpiar toda la casa y la simple idea te agobia que te parece:

• Lavar los platos
  
• Tender la cama
  
• Lavar la ropa sucia
  

Los quehaceres te serán más ligeros y esa meta distante llegará más rápido de lo que te imaginas.

3. La belleza está en los pequeños detalles

Cuantas veces hicimos maquetas, incontables materiales, noches cortando papel batería, durmiendo sobre el cartón gris y con heridas provocadas por el cansancio adicionado al cúter y en el final no se veía tan bien como la maqueta de tu compañero ¿por qué pasaba esto? Efectivamente por los detalles. 

Existen varios tipos de maquetas, pero precisamente las detalladas son las que te causan este conflicto. También pasa con los renders “¿por qué mi render realista, no se ve como quiero?” es esto, los pequeños detalles, el ladrillo con volumen que puede dar sombras en el muro de tu maqueta, o ese pequeñísimo cambio de luz que le hace falta a tu render para que te encante. 

Si tu día no va tan bien como te imaginas tal vez es porque estas viendo todo desde muy lejos, que tal luce acercarte un poco más y notar esos detallitos que podrían aumentar tu estado de ánimo, apreciar tu día o convertirlo en algo completamente diferente.

4. Lo fascinante de la luz y la sombra en conjunción

¿Te has encontrado en un lugar con una pérgola o celosía y sentido con una paz increíble? Es como si tu perfeccionismo interiorizado por fin hubiera encontrado su lugar ideal. 

Eso siento yo con esas luces y sombras proyectadas, sobre un muro, sobre el suelo, sobre ti mismo y no es ni la luz que se deja pasar ni las sombras que se provocan, son las dos en conjunto porque no son una si no está la otra. El Ying y el Yang arquitectónico.

5. La escala depende de la perspectiva

La escala es una de las herramientas más poderosas que tiene un arquitecto, puede hacerte sentir con poder, en la cima del mundo o como un ser demasiado pequeño a comparación de lo que te rodea. 

Esto comparando un espacio con otro, pero aun dentro de la misma área, con las mismas características solo siendo otro observador esas sensaciones de grandeza o pequeñez que se puede llegar a sentir cambia. Ahora imagínate siendo un insecto, cambia de nuevo completamente.

Las situaciones comunes, los problemas, cada situación cambia de escala dependiendo del receptor otra de las muchas formas en que la arquitectura nos ayuda a desarrollar empatía.

6. A realmente escuchar

Y de repente ya estás diseñando para alguien más, dependiendo de tus clases de diseño puede ser inventado, tu compañero haciéndote crear la obra de sus sueños o incluso tu profesor siendo un estricto usuario final del proyecto que llevarás todo el semestre y no te la ponen fácil. 

Las peticiones en proyectos, sobre todo de parte del profesor no vienen como: 


Más bien son una descripción de una forma de vida: 


Te obliga a utilizar o desarrollar la habilidad de escuchar entre líneas, de hacer una lectura de la persona para saber lo que quieren expresar, lo que pueden necesitar.

7. La visión cambia dependiendo del objeto que atraviese la luz

Ya hablé de lo maravillosas que son las entradas de luz en la arquitectura ahora podemos aumentarle materiales con distintos niveles de opacidad, distintos grosores, alturas o arriesgándonos, colores los cuales cambien completamente el tipo de luz que entra a nuestros espacios, cualquier luz que entre puede ser modificada por nosotros, todo depende de cómo la queramos ver. 

Efectivamente el lente desde que se ven las situaciones cotidianas puede cambiar como nos sentimos respecto a ellas, si la luz es muy opaca o muy “blanca” depende de nosotros el cómo las modificamos, sean buenas o malas.

8. Usar todos tus sentidos en el aprecio de la arquitectura

Dicen que el amor entra por los ojos, pero a lo largo de la carrera, tal vez tuve amor a primera vista por algunas obras, sin embargo, el amor por otras nació después, nació de las manos (de la piel en general) al sentir su materialidad, su temperatura; nació de los oídos por los sonidos que dejaba pasar, los que no e incluso los que se producían dentro, definitivamente no todo el amor entra por los ojos. 

Dar por sentado todos los sentidos que no son la vista es uno de nuestros errores más frecuentes, incluso llegamos a decir “yo podría no oler, pero ¡no! ¿Ver? Eso si que jamás me lo quiten” cada una de estas sensaciones son irremplazables y está en nuestras manos ayudar a que la experiencia en cualquier espacio sea igual para todos estos sentidos incluyendo a las personas que podrían carecer de alguno de ellos.

9. Perder el miedo al vacío

Para terminar, tal vez para mí el más importante. Algunos le llamarían “Less is more” yo lo veo como la aceptación del vacío. 

Muchos arquitectos nos han fortalecido la idea de que en la arquitectura todo tiene una razón de ser, incluso si la razón de ser de ese algo es solo existir, no querer retacar cada pequeño espacio con un motivo, con un mueble. 

Si tienes un espacio contemplativo, no quieras llenarlo con más cosas innecesarias, que sea el mejor espacio para contemplar, tal vez que nada te distraiga, no busques colmar un espacio solo por no verlo vacío. No necesitas llenarte de objetos para estar completo, tu propósito no siempre es estar barroco.

Autor: Nandi Tsitsiki Marín Gómez, estudiante de decimo semestre de arquitectura de la Universidad Autónoma de Querétaro.

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